sábado, 4 de febrero de 2012

La involución educativa

Tras el triunfo electoral de la derecha en las pasadas elecciones ha llegado el momento de la involución social, al que la Educación por desgracia no va a ser ajena.

El deseo de cambio de una parte de la sociedad, motivado en su mayor parte por una crisis económica mejor o peor gestionada, va a tener - ya está teniendo - como efecto secundario unos retrocesos en los ámbitos sociales que van mucho más allá de los recortes económicos.

La supresión de la asignatura Educación para la Ciudadanía, maldita para un colectivo reaccionario muy minoritario, no pasaría de ser una anécdota si no fuera porque para ello se han utilizado argumentos falsos. Tampoco es una sorpresa puesto que esas son las razones que se han esgrimido para atacarla durante toda su breve existencia. Parece que la Verdad no tiene una gran importancia para los sectores integristas católicos.

La pretendida "reforma educativa" va por el mismo camino. En lugar de discutir la esencia, esto es qué enseñar, cómo hacerlo, cuándo, a quién y para qué, nos encontramos que la solución de los males educativos del país parece ser cambiar el nombre a un curso presuntamente conflictivo, el 4º de E.S.O.

Esta medida podría parecer banal si no fuera porque esconde algo mucho más grave: la expulsión temprana del sistema educativo de un gran número de escolares. De hecho un gran número de alumnos que lleguen a 3º de E.S.O. con 16 años cumplidos van a abandonar el sistema con título o sin él, pero con un año menos de escolarización. Una curiosa manera de acabar con el abandono escolar temprano.


El aumento de los cursos de Bachillerato que podría ser discutible mediante la implantación de un Curso de Orientación (universitaria o vocacional) se sustituye de este modo por el recorte del periodo de escolarización de una parte no desdeñable del alumnado.


Los sindicatos docentes deberían meditar mucho antes de apoyar esta iniciativa porque va a suponer en la práctica la eliminación de un gran número de puestos de trabajo del profesorado que imparte clase en ese nivel, con lo que en la práctica se convierte en un recorte económico disfrazado de medida educativa.

Esto sin contar con los efectos que pudiera tener sobre los conciertos educativos con los centros privados y la consiguiente repercusión sobre la enseñanza pública.

Todo esto debería llamar a la reflexión de esa parte del electorado que votó por "echar a Zapatero", o que simplemente se quedó en su casa, sobre las consecuencias de esa actitud que, como se demuestra, van a ir más allá del castigo a un político o a un partido para convertirse en un puro y duro retroceso social.

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