martes, 21 de febrero de 2012

La Educacion, a palos

Los sucesos que, sin exagerar, están conmoviendo al mundo desde Valencia son un paradigma de las cosas que nunca deberían haber sucedido.

Partimos del despropósito que supone el recorte de las inversiones en Educación Pública efectuado sin pudor por los mismos que reiteradamente a lo largo de los años han sido derrochadores a manos llenas de caudales públicos no sólo en fastos y festejos más o menos vistosos sino directamente en beneficio propio y de amigos del alma.

Resulta lógico que la ciudadanía en general, aunque por lo que se ve más bien tímidamente, y sobre todo los directamente afectados en particular se rebelen ante la situación, que consideran que no se trata de una maldición bíblica y que por tanto tiene unos causantes concretos a los que hay que exigir responsabilidades.

Más llama la atención que los que se rebelan son gentes a las que se fustiga con frecuencia por su pasividad y a los que se acusa de estar más atentos a las novedades de los videojuegos que a los devenires de la cosa pública. Han demostrado, sin embargo, que son capaces de reaccionar cuando ven que están en juego las cosas realmente importantes.


En este contexto es cuando se producen los hechos que nunca deberían haber ocurrido y que han vuelto a recordarnos, a los que ya tenemos algunos años, imágenes que creíamos que no volveríamos a ver en las calles de España.



Tras treinta años de democracia, y con no poco esfuezo, la ciudadanía ya no ve a la Policía como un organismo represor sino como garante de derechos, que es precisamente lo que debe ser en un Estado de Derecho y lo que ayer demostró no ser.

Hasta la mejor herramienta puede ser extremadamente peligrosa en manos de un tonto o simplemente si se usa para alguna tarea para la que no ha sido diseñada. La policía democrática no está concebida para reprimir sino para regular derechos, y, por supuesto, no para crear problemas mayores que los que se pretendía resolver.

¿Por qué  alrededor de 150 policías, se supone que bien entrenados, son incapaces de controlar a, según las estimaciones más optimistas, 300 estudiantes de Secundaria? Nos podemos hacer una idea del heroismo del profesorado del nivel que trabaja en proporción de 1 a 30 o incluso 1 a 35.


La explicación es que la policía no fue a garantizar ni el derecho de manifestación ni el derecho de los ciudadanos a la libre circulación. Fue directamente con órdenes de amedrentar a los estudiantes para evitar que se extendiera el foco de contestación, como se ve, con un gran éxito.

Una desafortunada combinación de mandos policiales incompetentes y políticos incompetentes puede dar al traste en días con una imagen policial que ha costado treinta años alcanzar. Hasta el propio sindicato de la policía se ha dado cuenta.

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