sábado, 5 de abril de 2008

A vueltas con PISA

El informe PISA fue calurosamente acogido hace algunos meses por los detractores del actual sistema educativo, que aprovecharon para entonar las habituales jeremiadas sobre la LOGSE, la LODE, los socialistas y sobre que, en definitiva, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Es cierto que los titulares periodísticos del estilo "España suspende en Educación", "España a la cola de Europa en Educación" y otros por el estilo no han ayudado mucho en el análisis del informe, al contenido del cual por otra parte no demasiada gente le ha prestado atención.

Ha pasado ya el suficiente tiempo como para poder analizar los resultados con la suficiente perspectiva. PISA no tiene nada que ver con la ciudad italiana sino que es el acrónimo del Programme for International Student Assessment (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos), de la OCDE. Este estudio se inició a fines de los años 90 como un estudio comparativo, internacional y periódico del rendimiento educativo de los alumnos de 15 años, a partir de la evaluación de ciertas competencias consideradas clave, como son la competencia lectora, la matemática y la científica.

No se trata de medir conocimientos sino competencias, o sea hasta qué punto los alumnos son capaces de usar los conocimientos y destrezas que han aprendido y practicado en la escuela cuando se ven ante situaciones, muchas veces nuevas para ellos, en los que esos conocimientos pueden resultar relevantes.

La lista de países participantes es larga, y entre los cuales hay países de la Unión Europea, otros europeos que pertenecen a la OCDE y otros del norte de África, América y Asia. En España han participado las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Galicia, La Rioja, Navarra y País Vasco. Las demás, no. O lo que es lo mismo, que no se han arriesgado.

La primera objeción que se puede hacer es que las pruebas son homogéneas y se han aplicado a alumnos de sistemas educativos heterogéneos. Esto por una parte es inevitable, si queremos obtener resultados comparables, y por otra hay que resaltar que no se trata de preguntas sobre conocimientos concretos.

Si vamos a los resultados, España está en la zona media baja, con 480 puntos en Matemáticas, 461 en comprensión lectora y 488 en Ciencias, cuando las puntuaciones máximas son 549 (Taipei), 556 (Corea) y 563 (Finlandia) y las mínimas 311, 285 y 322 respectivamente de Kirguistán. No es para tirar cohetes, pero tampoco es un desastre absoluto como algunos pretenden hacer ver.

Pero si tenemos en cuenta el nivel socioeconómico del alumnado, nos encontramos con las siguientes sorpresas:

1.- Los alumnos españoles que pertenecen a familias con los índices sociales, económicos y culturales más bajos obtienen mejores resultados que los de sus homólogos de la OCDE.

2.- Si todos los países y regiones participantes en la muestra tuvieran un índice social, económico y cultural similar, España y todas las comunidades autónomas mejorarían su puntuación.

Por otra parte, el informe demuestra cuantitativamente que el entorno cultural de los alumnos es el factor más influyente en los resultados, puesto que las puntuaciones de los alumnos cuyos padres no han finalizado los estudios obligatorios son 85 puntos inferiores a las de aquellos cuyos padres tienen estudios universitarios. Esta diferencia se eleva a 135 puntos entre los alumnos españoles en cuyos hogares hay de 0 a 10 libros y aquellos en los que hay más de 500, y el 7% del alumnado matriculado en los centros españoles ha nacido fuera de España y su puntuación es 55 puntos inferior a la de sus compañeros nativos.

Estos resultados desmontan la teoría del desastre: nuestro sistema educativo es inclusivo, no excluyente como añoran algunos, y pese a eso los resultados no son particularmente malos. Otra falacia que desmiente es la pretendida superioridad de los centros privados, puesto que si bien la diferencia de resultados medios de España por tipo de centros favorece a los privados en 38 puntos, pero si se restan los efectos del índice social, económico y cultural sobre los resultados de sus respectivos alumnos, las diferencias entre unos centros y otros no son estadísticamente significativas.

Esto quiere decir que nuestro sistema educativo, aunque evidentemente mejorable, cumple aceptablemente su función. Este nivel educativo así evaluado se corresponde significativamente con el del país. Un sistema excluyente posiblemente mejoraría los resultados de la población escolarizada a costa de empeorar el nivel educativo de los no escolarizados con lo que el balance global sería significativamente peor, además de más injusto.

Informe PISA

1 comentario:

Tercera Opinión dijo...

Nadie quiere darse cuenta, porque en realidad todos tenemos parte de culpa, pero vamos de mal en peor. Los valores se han perdido y los alumnos ya no necesitan esforzarse por nada.

Te invito a leer mi artículo al respecto: Trivial Pursuit edición LOE

http://www.terceraopinion.net/2009/06/28/trivial-edicion-loe/

Un saludo.