martes, 22 de abril de 2008

La peligrosa fractura

La Orden que pretendía regular la calidad y la mejora de los rendimientos escolares en los centros docentes públicos andaluces ha servido, entre otras cosas, para desatar una tremenda verborrea en la que no siempre se ha tenido en cuenta la realidad de esos mismos centros docentes.

Una de las perversidades que se le han atribuido es sembrar la "división" en el seno de los claustros de profesores. El que haya leído esto fuera del ámbito docente habrá pensado que los claustros son entidades monolíticas en las que la diferencia de opinión acerca de este tema ha establecido una peligrosa fractura.

En realidad los claustros de profesores son tan uniformes como cualquier otra colectividad humana, una Comunidad de Propietarios, por ejemplo. O sea, nada. Los intereses, opiniones e ideologías del profesorado son tan diversas como en cualquier otro grupo de personas y por tanto nada externo va a aumentar esa diversidad, ni la va a enconar.

Lo que sí es cierto es que hay un cierto sector del profesorado que gusta definirse a sí mismo como "profesional", en contraposición con otro al que consideran "ideologizado". Esto supone una doble inexactitud por presuponer por una parte que no disponen de ninguna ideología y por negar por otra la profesionalidad al otro sector.

Lo primero no es cierto porque, como todo el mundo sabe, nadie carece de ideología, y si así fuera sería preocupante. Otra cosa es que esta ideología sea de un signo o de otro, lo cual es absolutamente respetable, por supuesto. En todos los casos.

Lo segundo tampoco, puesto que esa profesionalidad está presente en todos los sectores y sensibilidades. La profesionalidad – o su ausencia – está uniformemente repartida. La ideología no está reñida en modo alguno con el ejercicio profesional, como con ningún otro aspecto de la vida.

Por cierto, que esa variedad también está presente entre los detractores de la medida, dentro de los cuales se encuentran desde interinos hasta asociaciones presuntamente profesionales – independientes de derechas, por supuesto - pasando por ácratas más o menos declarados. Curiosa mezcla sin duda.

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