domingo, 13 de abril de 2008

La Educación como artículo de consumo

La sociedad de la abundancia parece que lleva aparejado el que todo se convierta en artículo de consumo. Ese consumo no está ligado con la necesidad sino con una serie de consideraciones totalmente ajenas a si las cosas hacen falta o no. Y la Educación no es ajena a esto.

Es como la moda de comprar coches 4x4. Son coches que sirven para circular por terrenos irregulares, pero la mayor parte de la gente que los adquiere no ha transitado en su vida por caminos sin asfaltar, ni tiene la más mínima intención de hacerlo. Supongo que pensarán que son mejores que un utilitario común pero ¿qué es "mejor"? Consumen más, hace falta más material para construirlos, contaminan más, ocupan más espacio, son más caros y no son más seguros.

Entonces ¿dónde está la ventaja? No se me ocurre nada más que a la gente le gusta sentirse superior si se sienta por encima de los otros conductores. Magro beneficio, sin duda. O por ganas de aparentar. O para exhibir un cierto estatus social. Claro que al entendido en el tema seguro que le parecerá ridículo usar ese tipo de vehículos para llevar los niños al cole, por ejemplo.

En Educación pasa algo parecido cuando mucha gente da por supuesto que los colegios privados son mejores que los públicos. Parto de la base de que todos los padres, por supuesto, queremos lo mejor para nuestros hijos. Pero ¿qué es "lo mejor"?

La formación del profesorado es idéntica, porque todos los profesores hemos pasado exactamente por las mismas universidades. El sistema de acceso del profesorado, en la enseñanza pública será justo o injusto, pero es igual para todos y sobre todo es transparente. La motivación del profesorado de la privada la desconozco, pero es conocido que trabajan más horas y su lucha por la homologación salarial. O lo que es lo mismo, que cobran menos. ¿Las instalaciones? Hay colegios privados con buenas instalaciones y otros que no tanto, y lo mismo pasa en los públicos.

Podría pensarse en razones confesionales, absolutamente respetables por otra parte, pero no parece que ni en la vida pública ni en la privada lo confesional esté particularmente en alza. Entonces ¿dónde está la diferencia?

La diferencia es que los colegios privados ejercen, ante la pasividad de las administraciones, la selección del alumnado, por procedimientos sutiles "no se le dan bien los idiomas" (sic) o por otros no tan sutiles como las aportaciones "voluntarias" al AMPA o a las actividades extraescolares y demás QUE TODO EL MUNDO PAGA SIN RECHISTAR. Todo esto es sabido, pero ¿quién denuncia?

La diferencia estriba en que los colegios privados sirven para perpetuar los prejuicios de clase. Lo cual es muy respetable siempre que no sea gratis, o mejor dicho, que no lo paguemos entre todos. Al final, la educación se compra como el todo terreno. Solo que subvencionada.

Yo no confiaría mucho en un cirujano que derivara hacia otro los casos "difíciles". A los buenos cirujanos precisamente les gustan los casos complejos. Por tanto, yo no confiaría mucho en un colegio que derivara a otro los alumnos "complicados" o simplemente "distintos". Por cierto que todos nosotros, y nuestros hijos, podemos llegar a ser distintos en un momento determinado.

Volviendo al ejemplo de la sanidad, la privada está muy bien cuando uno está resfriado y no tiene que guardar cola, pero cuando alguien tiene una enfermedad grave de verdad hace lo posible para que lo traten en un hospital público.

Los conciertos educativos se crearon de forma totalmente subsidiaria en una época en que la enseñanza pública no podía atender toda la demanda de escolarización y como tal habría que seguir entendiéndolos. Pero siempre EN IGUALDAD DE CONDICIONES. Y cualquier discriminación probada, como las que existen, debe acarrear LA INMEDIATA RESCISIÓN DEL CONCIERTO. Sólo así jugaremos todos al mismo juego, con las mismas reglas. Pero todos sabemos que esto no es así y que la generosa política de conciertos no entiende demasiado de colores políticos. Y que nadie le va a poner el cascabel al gato.

Además, el convencimiento de los padres que llevan sus hijos a este tipo de centros no debe ser muy grande, porque, como el bachillerato por ahora no está concertado, sube significativamente el número de alumnos que abandonan los colegios privados para matricularse en los públicos. ¿Qué pasa, que ya no es tan importante si tenemos que pagar?

No quiero decir con esto que no deba existir la enseñanza privada. Quien decida pagar por la educación de sus hijos está en su perfecto derecho pero lo que no es admisible es que los "caprichos" educativos sean sufragados con el dinero de todos.

Mención aparte merecen los compañeros que trabajan en la enseñanza pública y tienen a sus hijos en colegios concertados. ¿Qué opinarías de un mecánico que al preguntarle que cuando se le avería el coche dónde lo lleva dijera "yo, al taller de enfrente, porque el taller donde trabajo es muy malo"?


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