Gracias a ello, y gracias también a la difusión mediática que, es por lo que las grandes mentiras se aceptan sin la más mínima discusión y pasan a ser consideradas verdades irrebatibles.
Es una gran mentira que de la crisis actual sólo se pueda salir mediante recortes sociales y el empobrecimiento de amplias clases sociales, que por cierto, no coinciden necesariamente con las que se han beneficiado del anterior ciclo expansivo-especulativo.
Es una gran mentira que el Estado del bienestar haya provocado la actual crisis por “insostenible” cuando la evidencia apunta a que fue el neoliberalismo desregulador, primero del sistema bancario en Estados Unidos y después del sector de la construcción en España quien obtuvo pingües beneficios de la burbuja especulativa. Ahora, con el cambio de ciclo, las ayudas públicas de los Estados y los regalos en forma de préstamos del Banco Central Europeo, público también, al 1 % de interés fluyen con generosidad. Curiosamente es a ese misma derecha neoliberal es a la que la ciudadanía encomienda la salida de la crisis.
En esta época de las grandes mentiras, la educación también debe tener las suyas. Ahora vemos a los representantes de los colegios concertados, católicos en concreto, pedir más dinero público aduciendo que sus estudiantes reciben menos que los de la pública. De nuevo nos encontramos con la interesada confusión entre valor y coste.
Es un hecho incontestable que el gasto por alumno de un macrocentro con miles de ellos no es el mismo de una escuela rural con unas pocas decenas. Es un hecho, también incontestable, que la escuela concertada no es una escuela integradora, y que cualquier alumno "distinto" es excluido de una forma o de otra..Y es también un hecho que la administración asume los gastos salariales del profesorado, que son los más cuantiosos, así como asigna una cantidad para gastos de funcionamiento.
Podríamos decir ¿qué más quieren? Pues que la administración pública también asuma, para empresas privadas no lo olvidemos, el coste de la innovación tecnológica y pedagógica.
Para estas instituciones neoliberal católicas parece que lo importante es poner en práctica esa máxima tan evangélica de dar más a los que más tienen, no vaya a ser que disminuya la diferencia entre los que más poseen y los que menos.
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