viernes, 1 de junio de 2012

Al ayuntamiento de Málaga le gustan los alumnos silenciosos

Quien lea esta noticia puede pensar que Málaga es una ciudad silenciosa, y que por tanto cualquier nivel de ruido por encima de la media debe llamar la atención. En ese caso supondría que la acción municipal en ese sentido sería implacable, alcanzando por tanto un elevado grado de disciplina en esta materia.

Del mismo modo, creería que las denuncias vecinales acerca de actividades ruidosas serían rápidamente atendidas por las autoridades municipales y por tanto atajadas con contundencia.

La realidad, sin embargo, no puede ser más distinta y como puede apreciarse sin mucho esfuerzo, Málaga es una ciudad bastante ruidosa y la tolerancia municipal con algunas actividades que generan un elevado nivel de ruido es manifiestamente evidente.

La noticia es más sorprendente aún si consideramos que la parcela sobre la que se asientan los colegios públicos es de titularidad municipal y que son los ayuntamientos los que determinan el uso educativo o residencial de un determinado suelo. Por tanto, es el ayuntamiento el responsable de decidir si los edificios están demasiado próximos o no.

Quizás para comprender la noticia fuera relevante tener en cuenta que el colegio en cuestión es un centro público ubicado en una zona residencial de alto nivel (o medio-alto). Como es sabido, los alumnos entre 3 y 12 años que acuden a los centros públicos son mucho más ruidosos que los que asisten a los privados, y por tanto es necesario un especial control acústico. 

También es conocido que las actividades en los colegios de Primaria tienen lugar frecuentemente a altas horas de la madrugada, aproximadamente entre las 7 y media de la mañana y las 8 de la tarde, periodo durante el cual el silencio predomina en las calles malagueñas. Por tanto resulta imprescindible limitar al máximo el uso por parte de la chiquillería de instalaciones como los patios de recreo y el gimnasio. Por la misma razón, los escolares de este colegio posiblemente sean los únicos que no tengan derecho a su fiesta de fin de curso.

Cabría preguntarse si el celo municipal y la sensibilidad vecinal hubieran sido los mismos de tratarse de un centro educativo privado, aunque posiblemente no hubiese sido necesario al ser estos silenciosos por definición.

Bien es cierto que el alcalde de la ciudad se ha apresurado a afirmar que "El tema está sobreseído" y que es obligación atender las demandas vecinales. Loable intención si fueran todas las demandas vecinales sobre temas análogos, al tiempo que podemos pensar que si no hubiera sido por el revuelo levantado el resultado del expediente hubiera sido otro.

Posiblemente el resultado hubiera sido más rápido si algún avispado responsable municipal hubiera constatado que se trataba de un colegio de Infantil y Primaria al que acuden diariamente algo más de 400 alumnos de menos de 12 años que, al contrario de lo que desearían algunos, no llevan mordaza.

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