La Educación no es una magnitud mensurable, como tampoco lo es el trabajo del educador. Por tanto es difícil de cuantificar y extremadamente simplista traducirla en módulos horarios.
Es fácil, a la vez que populista y demagógico, convencer a unos ciudadanos no demasiado bien informados, agobiados por la crisis, el paro y con infernales horarios laborales, de que los profesores son unos vagos bien pagados que disfrutan de interminables vacaciones.
Pero esta campaña de desprestigio contra el profesorado de la Enseñanza Pública no es casual ni gratuita porque lo que se pretende en el fondo es desprestigiar la Enseñanza Pública, y cuanto mayor sea su deterioro más pueden se destacar las "excelencias" de la enseñanza privada.
Las patéticas declaraciones del tándem Aguirre-Figar en el sentido de que estas medidas no son un recorte demuestran a las claras su endeblez argumentativa y que confunden a la ciudadanía con los espectadores del cuarteto Intereconomía-Libertad digital-EsRadio-Cope.
El profesorado madrileño ha comprendido la magnitud del ataque reaccionado con contundencia en defensa de su dignidad profesional y del propio concepto de Ensñanza pública, para lo que ha contado con el apoyo o por lo menos de la comprensión de la comunidad educativa.
Claro que estos no-recortes sólo se aplican al profesorado de la Enseñanza Pública, porque el de la privada es otra cosa. Mucho más sumiso puesto que puede ser despedido al menor descuido ideológico-religioso y cuyos sistemas de acceso al puesto de trabajo son ignotos.
Y todo esto es cierto lo digan los de la "ceja", Agamenón o su cochero.
Es fácil, a la vez que populista y demagógico, convencer a unos ciudadanos no demasiado bien informados, agobiados por la crisis, el paro y con infernales horarios laborales, de que los profesores son unos vagos bien pagados que disfrutan de interminables vacaciones.
Pero esta campaña de desprestigio contra el profesorado de la Enseñanza Pública no es casual ni gratuita porque lo que se pretende en el fondo es desprestigiar la Enseñanza Pública, y cuanto mayor sea su deterioro más pueden se destacar las "excelencias" de la enseñanza privada.
Las patéticas declaraciones del tándem Aguirre-Figar en el sentido de que estas medidas no son un recorte demuestran a las claras su endeblez argumentativa y que confunden a la ciudadanía con los espectadores del cuarteto Intereconomía-Libertad digital-EsRadio-Cope.
El profesorado madrileño ha comprendido la magnitud del ataque reaccionado con contundencia en defensa de su dignidad profesional y del propio concepto de Ensñanza pública, para lo que ha contado con el apoyo o por lo menos de la comprensión de la comunidad educativa.
Claro que estos no-recortes sólo se aplican al profesorado de la Enseñanza Pública, porque el de la privada es otra cosa. Mucho más sumiso puesto que puede ser despedido al menor descuido ideológico-religioso y cuyos sistemas de acceso al puesto de trabajo son ignotos.
Y todo esto es cierto lo digan los de la "ceja", Agamenón o su cochero.