domingo, 25 de septiembre de 2016

Deberes

Desde hace meses estamos asistiendo a una polémica que tiene como protagonistas a los deberes escolares. Una campaña, por cierto, impulsada principalmente por las AMPA de la escuela pública. 

En la misma se ha argumentado que el alumnado está sometido a maratonianas sesiones de deberes que se suman a las numerosas actividades vespertinas que llenan por completo las tardes sin dejarles apenas tiempo libre.

Me permito dudar de que esos largos tiempos dedicados al trabajo escolar por las tardes se ajusten a la realidad - no así las actividades extraescolares, aunque ese sería otro debate - pero me temo que en el fondo subyace la opinión de que se trata de tareas que simplemente no se han realizado en clase.

No niego que en ocasiones se encomiende al alumnado que ejecute proyectos que están fuera de sus posibilidades, que en realidad no están dirigidos a ellos sino a sus familias y que lamentablemente atienden más a la espectacularidad o monumentalidad que a su valor pedagógico, que es más que discutible.

Pero esto no quiere decir que no sean necesarias y convenientes las actividades complementarias y de refuerzo, lógicamente adaptadas al nivel educativo y, por supuesto, un tiempo diario imprescindible e irrenunciable dedicado a la lectura.

Los padres aducen “falta de formación”, olvidando quizás que los deberes no son para ellos sino para sus hijos y que su función no es hacerlos sino guiarlos y acompañarlos mientras los hacen.

Y respecto a la “falta de tiempo” habría que considerar que el empleado en acompañar a los hijos mientras hacen los deberes no es más que tiempo dedicado a ellos.

Qué menos.

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